El poder de la imaginación.
Quizá alguien te dijo a muy tierna edad: “son solo imaginaciones tuyas”. Ajá! Por tanto te dijeron que eso no tiene valor, estás equivocado, te enfocas en lo insignificante, un niño no tiene idea…
Si te ocurrió eso, las descalificaciones quedarán grabadas en tu inconsciente desde tu infancia apuntando a la facultad de imaginar, al imaginador y a su percepción (no, no eran ideas tuyas que tu amigo tenía mala cara).
Cuando aceptamos la descalificación y el juicio negativo sobre nuestra imaginación nos desconectamos de una parte de nosotros mismos. Se va desperdiciando un recurso que podríamos entrenar y desarrollar pues la imaginación, prima hermana de la intuición, trabaja a nuestro favor.
Para que algo nuevo se materialice en la realidad alguien primero tuvo que soñarlo. Difícilmente lo logre bajo el peso de un gran dedo acusador.
Si lo soñaste, si lo imaginaste, significa que está en tu vida. Te guste o no. Mejor revisa su contenido y cámbialo si no te agrada. Cambiarlo no es descartarlo. Cambiarlo es cambiarlo.
Si atiendes a tu imaginación, fortalecerás tu intuición y te sorprenderán sus mensajes.
¿Alguna vez te enseñaron a prestarle atención? A mí no. La escuela no enseña demasiadas cosas valiosas pero enseña unas posturas inolvidables.
Tu imaginación habla de tu realidad interior y no dejará de existir porque se la amordace.
Cuando no le permitimos desplegarse insiste en manifestarse como si luchara por su vida. Si apagamos su mensaje una y otra vez creamos una “rumia mental” que consumirá mucha, muchísima de nuestra energía.
Si se valora la imaginación y a su prima la intuición ¿has vislumbrado a dónde te puede conducir imaginar?
Te propongo que hagas una prueba con espíritu juguetón. La próxima vez que no recuerdes en que sitio dejaste las llaves, pregunta: “¿dónde están mis llaves?”. Imagina que te resultará fácil hallarlas; no es que debas visualizarlo, basta con confiar.
Desiste de las exigencias de un recuerdo instantáneo y simplemente atiende sin controlar a las imágenes, palabras, emociones, recuerdos, impulsos, que te lleguen hasta el momento en que aparezcan las llaves.
No analices lo que pasa por tu mente, solo observa lo que ocurre como quien sigue un aroma escurridizo.
Continúa con tus tareas diarias, sin juzgar como erráticos los temas que vas registrando. Solo recuerda que has hecho una pregunta. No hagas dos preguntas a la vez!
Seguramente no pasará mucho tiempo antes de que halles tus llaves. Cuando eso ocurra tal vez puedas apreciar cómo las saltarinas ocurrencias te llevan al recuerdo o al encuentro.
Tu imaginación te hablará en su propio lenguaje, no analítico, y te dará la respuesta como sabe hacerlo tu hemisferio cerebral derecho: de modo integrador. ¡No menosprecies lo que puede hacer por ti!
Si extraviaste tus llaves o incluso tu camino en la vida (¿por qué no?) tu inconsciente sabe dónde están. Si la información no se hace consciente por la vía que te gustaría, permítele a tu interior que se exprese del modo en que sabe hacerlo: en su propio lenguaje.
Ríndete a su manera de hablarte y agradece lo que hace por ti.
Kant dijo en la Crítica de la Razón Pura que “la imaginación es la facultad de representar un objeto en la intuición incluso cuando éste no se halla presente”, también que “hay tres fuentes subjetivas del conocimiento, sobre las que descansa la posibilidad de una experiencia en general y el conocimiento de los objetos de ésta: la sensibilidad, la imaginación y la apercepción […] las tres son fundamentos a priori, tanto que condicionan el uso empírico”.
Con esta cita espero haber desalentado irnos por la tangente tratando de diferenciar términos muy técnicos. Quien esté interesado puede también estudiar a Hume.
¿Recuerdas si alguien contribuyó a que valores en tu día a día el poder de tu imaginación?
Lic. Marisa Rau
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