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OLFATO Y PSICOLOGÍA, del sentido al sentir

Actualizado: 14 sept 2019




Anosmia etimológicamente quiere decir “sin olfato”, implica la pérdida total del olfato.


Existen varios tipos de trastornos del olfato: hiposmia, anosmia, parosmia, fantosmia. Pueden ser transitorios o permanentes.


Como se verá, el campo de los trastornos funcionales transitorios permiten pensar una terapéutica psicológica y un reentrenamiento.


No encontré información oficial de salud pública argentina al respecto pero hay alguna en el exterior [1]. Prácticamente toda la investigación está en manos privadas. Se sabe que el olfato es un sentido que puede entrenarse [2], algunos brindan servicios de diagnóstico y reentrenamiento sensorial olfativo. Sin embargo a gran escala ese tipo de tratamiento está poco difundido [3] .


Los trastornos del olfato parecen ir en aumento, tal vez como consecuencia de la sobreexposición a tóxicos. El asunto está comenzando a estudiarse.


El tema llamó mi atención como psicóloga y aromaterapeuta, así surgió este post.


La estimulación odorífera de los aceites esenciales de las plantas aromáticas despeja y aumenta el sentido del olfato cuando su alteración es funcional. Investigadores señalan que los aromas (incluso los artificiales) se relacionan con nuestro sistema endócrino y provocan cambios funcionales en el organismo. Estudios de aromacología demuestran la incidencia de los aromas en el aprendizaje, la presión arterial, la tensión muscular, el ritmo cardíaco, el estrés, la ansiedad y las ondas cerebrales [4].


Se sabe que la exposición a aromas tóxicos como por ejemplo los que emanan de los productos de limpieza que usamos diariamente disminuyen nuestro olfato. Otro ejemplo de lo que disminuye nuestra capacidad de distinguir olores es fumar. Las “narices” de la industria del perfume se cuidan de los tóxicos para mantener sus estándares de efectividad.


Además hay un aspecto cultural ligado a retirar nuestra atención de los aromas, como si hablar de ellos muchas veces no fuera de buenos modales.


La entrenadora del sentido del olfato Barb Stuckey observa que las personas con las que trabaja tardan en hablar de asuntos tales como oler o saborear a sus parejas. Observo lo mismo en el campo de la psicoterapia, incluso evitan u olvidan hablar de las conexiones entre el olfato y el placer o displacer en sus vidas.


La psicoterapia puede ser de ayuda en los trastornos olfativos tanto sea para convivir con dicha condición como para revertirla cuando la causa es funcional. El asunto es que estos casos suelen ser derivados al neurólogo y pocas veces hay una rederivación al psicólogo tras haberse descartado la efectividad de otros modos de intervención terapéutica (salvo que se trabaje en forma interdisciplianaria).


Un amigo sufrió anosmia y luego de todos los estudios médicos correspondientes inició tratamiento psicológico. Contó que aquello fue para él un auténtico calvario. Nacido en una familia que consideraba que la psicoterapia era un asunto de creencia y no de efectividad, jamás hubiera hecho tratamiento psicológico si no hubiese padecido intensamente su falta de olfato. Su olfato regresó. Desde luego que recuperó el brillo de la vida del que se había visto privado cuando no podía disfrutar de los olores. Desde entonces dejó de combatir a la psicología, dejó de odiarla, dejó de temerle y se siente agradecido por su eficacia.


El olfato es un misterio, es un sentido poco estudiado.


La mayoría de la investigación surge del estudio de las patologías cuando la anosmia es producto de traumas, metales pesados, radioterapia, problemas dentales, exceso de medicamentos, etc. En teoría todos los trastornos funcionales podrían ser reversibles pero recién comienza a saberse cómo opera neuropsicológicamente el cerebro humano.


En 2004 se otorgó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología a Richard Axel y Linda Buck por sus descubrimientos en el campo del olfato. En un próximo post retomaré este punto.


En palabras de la academia sueca: “una única almeja que no está fresca y que provocará una enfermedad puede dejar un recuerdo que permanece durante años y nos previene de comer cualquier plato, por muy delicioso que sea, que contenga almejas”.


El olfato y el gusto se relacionan con el aprendizaje, la memoria, el instinto de supervivencia y la atención [5].


No estamos tan alejados de empezar a estudiar lo que personalmente llamo el apagado y el encendido de los sentidos ya que hay atención selectiva (consciente o inconsciente) involucrada también en el sentido del olfato en individuos considerados “físicamente sanos”.


Vamos… lo que Freud llamó “represión”. De hecho Freud nos habla de cómo la civilización propició la represión de lo olfativo más instintivo, algo que comenzó con la bipedestación [6]. El psicoanálisis ha mostrado su efectividad curando porque sabe de la relación entre mente y cuerpo.


La neuropsicología recién está empezando a estudiarlo. La relación entre el sistema endócrino y las emociones es ahora indiscutible.


Cuando digo psicología del apagado de los sentidos” [7] aludo a un modo simple de imaginar [8] y entender los procesos electroquímicos de la “inhibición lateral”, que es una forma de apagado de ciertos procesos químicos y bioelécticos. Se sabe que los sentidos actúan como “filtros de energía” [9] que permiten percibir lo que está en un rango estrecho de energía. Por ejemplo la visión se limita a una determinada longitud de ondas, el oído humano también tiene un rango de decibeles audibles, etc.


La inhibición lateral es un fenómeno por el cual una célula inhibe a la adyacente por cambios que se inician en su membrana [10]. Puede inhibir una célula en su diferenciación, su crecimiento o su actividad. Aquí nos interesa la inhibición de la actividad en el olfato tanto cuando se expresa normalmente como cuando sufre un trastorno funcional. En el caso del olfato la inhibición lateral como proceso que permite inhibir determinados estímulos para poder enfocarnos en otros, ocurre ya en el bulbo olfatorio sobre determinados glomérulos. Este enfoque de la atención tiene relación con el proceso de toma de decisiones de la corteza orbitofrontal.


Se sabe que la pérdida del sentido del olfato acarrea consecuencias en lo psicoemocional. Quienes padecen de anosmia sufren con frecuencia de depresión al extrañar ese colorido que los aromas nos brindan. Estas personas informan sentirse incomprendidos por su entorno ya que su padecimiento es invisible para los demás. Pierden una parte muy importante del modo en que antes se conectaban con el mundo. Sus testimonios son muy interesantes.


La pérdida de cualquier sentido es dramática para una persona. Hay que considerar que si la vista está más relacionada a lo intelectual [11], el olfato está directamente implicado en lo emocional.


Hoy se sabe que Incluso los trastornos llamados alimentarios podrían ser influidos por el modo en que cada uno intenta tramitar la falta de brillo del olfato. Son más bien alteraciones del disfrute, del apetito. Buscando compensarlo o recuperar el goce de la comida algunos pierden las ganas de comer y otros comienzan a comer demasiado.


No he visto una sola investigación (no digo que no exista, solo no he tomado conocimiento de ella) referida a la disfunción del olfato y su relación con los efectos represivos de la cultura. Seguramente en un tiempo no muy lejano comenzarán a aparecer.


Hace relativamente poco que se comenzó a hablar de los disrruptores endócrinos [12] y su impacto en la salud.


Los tóxicos a los que nos vemos expuestos actualmente se consideran inocuos en las proporciones utilizadas en los productos que consumimos pero considerados uno a uno (como si no los sumáramos a otros). La constante sobreexposición y acumulación en el organismo de sustancias tóxicas sobrepasa los estándares considerados no riesgosos, pero ese tipo de investigación sobre la sumatoria de efectos y la investigación longitudinal para determinar la relación causa-efecto, aun no ha sido realizada.


En cambio y de un modo preocupante, se halla impuesta la idea de que es normal enfermarse por la edad. Y que es normal que se pierda sentido del olfativo con la edad. La vejez está demasiado equiparada a la enfermedad y no debiera ser así. Ser anciano no es una enfermedad, es una etapa de la vida. Acarreamos tantos tóxicos que el cuerpo no logra eliminar (incluso se sabe que sus efectos se trasladan a las generaciones siguientes) que cuando se pierde la homeostasis biológica por intoxicación crónica se invisibiliza la problemática cada vez que se considera que es normal estar enfermo solo por ser de avanzada edad.


La afectación del cuerpo impacta también en el campo emocional. Si se toca el cuerpo se toca lo psíquico. Igual sucede a la inversa. Por ejemplo perder un miembro en una amputación afectará lo anímico o un trastorno de tiroides puede expresarse en un grave cuadro psicopatológico.


Deberíamos empezar a unir puntos y ver el conjunto de factores que cambian nuestra calidad de vida. Uno de ellos es la pérdida o disminución de uno de nuestros sentidos externos.


Los investigadores no solo se preguntan sobre el impacto del olor en nuestras vidas sino que están empezando a verificar que la pérdida de la función olfativa puede ser indicador temprano de enfermedad de Parkinson o Alzheimer [13]. Incluso se investiga la relación entre el déficit olfatorio y la esquizofrenia [14].


Todas estas nuevas líneas de interrogación son prometedoras. Tal vez enseñen como reencender o reequilibrar nuestros sistemas sensoriales.


Personalmente trabajo en esta línea con las psicologías que quedan fuera del sistema de salud pública. De forma gestáltica, la psicología ancestral chamánica y budista, tiene efectos neuropsicológicos palpables. Uno de los efectos de estas prácticas es la reapertura de los sentidos (lo que yo llamo “el sentir” para englobarlos a todos). Muchas veces incide además directamente en el sentido del olfato al igual que el trabajo con aceites esenciales, excelentes reguladores emocionales, una alternativa a los psicofármacos subvalorada por prejuicios y desconocimiento.




Lic. Marisa Rau

Universidad de Buenos Aires - 1995

Evaluaciones Psicológicas, Psicología integrativa, Psicoanálisis

Aromaterapia

Instagram: marisa.rau2


 

NOTAS


[1] Te comparto contenido informativo del Instituto Nacional de Sordera y otros Desórdenes Comunicacionales https://www.nidcd.nih.gov/sites/default/files/Documents/health/spanish/smelldisorders-spanish.pdf y de la enciclopedia colaborativa Ecured https://www.ecured.cu/Disosmia cuya entrada para este punto me resulta más interesante que la de Wikipedia.


[2] Véase por ejemplo la información sobre entrenamiento con aceites esenciales del Abscent en https://abscent.org/learn-us/smell-training [última consulta 12-09-2019]


[3] Si quieres tomar conocimiento de investigaciones actuales te recomiendo visites por ejemplo este listado elaborado por el Centro Monell con sus correspondientes enlaces a las revistas científicas, la mayoría de sucripción paga: http://www.monell.org/research/anosmia/bibliography

También puedes consultar la bibliografía de investigación proporcionada por Abscent disponible aquí: https://abscent.org/learn-us/latest-research [última consulta 12-09-2019]


[4] Véase por ejemplo https://neurorhb.com/blog-dano-cerebral/el-sentido-del-olfato-y-las-emociones/ del servicio de Neurorrehabilitación de este hospital privado en España que en 2018 anunció la apertura de una Unidad de Estados Alterados de Conciencia (coma, estado de mínima conciencia, etc.)


[5] El aprendizaje, la memoria y la atención resultan afectadas en enfermedades degenerativas como el Alzheimer o Parkinson. La investigadora del CONICET Matilde Otero Losada dice “El nervio olfatorio ingresa directamente en el cerebro y envía la información a los bancos de memoria que se encuentran en el hipocampo. Allí se almacenan los datos objetivos, mientras que la amígdala es quien tiene memoria de las emociones (…) El olfato tiene una memoria episódica (…)”, Cf. “Las consecuencias de la anosmia, la enfermedad de quienes no tienen olfato”, Diario Clarín, 28-03-2006, versión web disponible en https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/consecuencias-anosmia-enfermedad-olfato_0_HkE1cr1AKx.html [Última consulta 12-09-2019]


[6] Esta represión llega a las sensaciones olfatorias sexuales y acaban desplazándose a otros ámbitos relacionados con los aromas. Freud postula que el olfato fue reemplazado por lo visual. También nos transmite lo que llama una especulación teórica suya, cito: “Ahora bien, el relegamiento de los estímulos olfatorios parece ser, a su vez, consecuencia del extrañamiento del ser humano respecto de la tierra, de la adopción de una postura erecta en la marcha (…) en el comienzo del fatal proceso de la cultura se situaría la postura vertical del ser humano.” en Freud, S.: El malestar en la cultura, Capítulo IV, Nota 1, 1930, en Obras Completas Amorrortu, T XXI, p. 97. Cf. Con nota 5, pp.103-4, idem.


[7] Una especie de perilla de volumen que puede llevarse hasta el punto cero.


[8] De dar soporte en imagen o imaginería conforme a nuestra intuición. La intuición y la propiocepción son otros de los sentidos adormilados en ésta época.


[9] FOX, STUART IRA: Fisiología Humana, Capítulo 10: Fisiología sensorial. McGraw-Hill Interamericana, 14edición, 2016, México.


[10] También como dato de interés podríamos tener presente que según investigaciones llevadas a cabo en la Universidad del País Vasco “cerca del 70% de los fármacos que se desarrollan en la actualidad están dirigidos contra los receptores de membrana”. Véase: Informe de investigación de la Universidad del País Vasco, en edición de César Tomé López: “El mecanismo que bloquea receptores de membrana celular”, Web de Cuaderno de Cultura Científica, Cátedra de Cultura Científica, Universidad del País Vasco. Disponible en:


[11] Muchos problemas de aprendizaje escolar se deben a deficiencias visuales en los niños. Algunas se solucionan con anteojos y otras son más complicadas de solucionar. Por ejemplo la diplopía que realmente convierte en un verdadero reto el mantener la atención enfocada por el cansancio mental que produce, lo cual repercute en el rendimiento del aprendizaje y el aprovechamiento de los recursos intelectuales.


[12] Agroquímicos, desodorantes, insecticidas, productos de limpieza, cosméticos, hormonas sintéticas en las carnes con además tienen exceso de antibióticos, materiales de construcción, PCB, etc. Ya en 2013 la Organización Mundial de la Salud elaboró una lista con al menos 800 sustancias químicas sospechosas de actuar como disruptores endócrinos hasta más investigación. La dificultad estriba en que todos los productos se consideran inocuos en humanos por sus concentraciones, pero hay silencio respecto a la acumulación y tampoco se fomentan investigaciones sostenidas en el tiempo para poder descartar las relaciones causa-efecto que traen sobre la salud. Hay sustancias que ya se prohibieron (como el plaguicida DDT) y otras son difíciles de prohibir porque están en toda la sociedad y hacerlo afectaría las industrias e implicaría algún tipo de crisis económica. Los problemas homeostáticos y reproductivos (ligados al sistema endócrino) son observables a simple vista aunque no se los mida y analice, nuestras hormonas son claves para nuestra salud y nuestro envejecimiento. Nuestra forma de vida afecta nuestro sistema endócrino.


También Ciencia en Polonia (el servicio de información pública dedicada a la ciencia polaca): http://scienceinpoland.pap.pl/en/news/news%2C29718%2Cexpert-we-are-discovering-new-links-between-sense-smell-and-human-psyche.html sobre investigaciones de la Dra Oleszkiewicz, investigadora en el Instituto de Psicología de la Universidad de Wrocław.


[14] Por ejemplo en SOLÍS-CHAGOYÁN, DOMINGUEZ-ALONSO, CALIXTO Y BENITEZ KING: “El cultivo de precursores neuronales del epitelio olfatorio: Un modelo para estudiar la neurofisiopatología de la esquizofrenia”, Salud Mental N° 35, volumen 3, México, Mayo/Junio 2012. ISSN 0185-3325 disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252012000300008 [última consulta: 12-09-2019]

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