Se suele asociar la meditación a algo que se puede hacer estando libre de preocupaciones cotidianas o aislado del mundo. Si así fuera no se meditaría nunca.
Sin embargo la meditación es para estar mejor en el mundo enfocándonos en nuestras necesidades del aquí y ahora.
En cierta ocasión una persona cercana tuvo un postquirúrgico traumático. Se despertó demasiado pronto de la operación, todavía estaba atada, veía el ajetreo a su alrededor y la embargaba un frío tan insoportable que siquiera podía controlar su mandíbula.
Varias horas después de su intervención se oía alerta y cansada por teléfono. Cuando le pregunté cómo estaba comentó que vivió un mal momento al salir de la anestesia, que eso regresaba a su mente y no podía dormir pese al agotamiento pues cargaba con una horrible sensación.
Me ofrecí a ir para resolverlo y como suele pasar en estos casos, lo minimizó. Estando segura de lo que había escuchado insistí y accedió. Tenía que hacerme pasar por un familiar directo para ingresar al sanatorio y ya no podría salir hasta la mañana siguiente.
Al llegar su rostro mostraba ese grado de alerta involuntario que no cede pese al deseo de dormir, se veía demacrada.
Cuando quedamos a solas y pasó la última ronda de control de enfermería comenzamos la meditación. La induje a una relajación profunda para que se sitúe en un lugar que le resultara hermoso. Durante la práctica dejó ir todas las sensaciones, angustias y temores que se habían quedado con ella tras el shock vivido al despertar. Tomó conciencia, se expresó y lloró libremente. Cuando volvió a sentirse segura le pregunté qué deseaba hacer a continuación, si regresar o quedarse allí un rato más. Dijo que con gusto se quedaría incluso a dormir allí pero deseaba ir al baño antes. De modo que la guié a salir confortablemente del estado meditativo.
El trabajo psicológico estaba hecho. Su cara había cambiado completamente en apenas 40 minutos de trabajo. Se sentía relajada y de buen humor. Contó que no sentía el agobio que antes la atormentaba.
Quise chequear si restaba algo por hacer y varias semanas después le pregunté si tenía recuerdos recurrentes sobre su despertar en el quirófano. Me dijo que eso ya no estaba en sus pensamientos ni en su sentir.
Podríamos decir que el poder que ésta persona había perdido regresó a ella.
Más adelante compartió que cuando buscaba relajarse le aparecía aquel lugar que había visitado en la meditación donde se había sentido tan a gusto.
Lic. Marisa Rau
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