La intuición es un recurso al que muchos quisieran acceder. Suele indicársela con ideas tales como “buen olfato” porque el instinto animal la evoca o tal vez porque hay algo de rastro a seguir en ella. El asunto es prestarle atención cuando nos visita y si se quiere, entrenarla. Ella abreva en lo inconsciente, que para la mayoría de nosotros es un no-lugar más grande que el espacio de nuestra conciencia; por eso se habla de inconsciente individual, biológico, ancestral, colectivo y quizá más… La intuición puede también ser formalizable, como en el caso del matemático Ramanujan, aunque en el imaginario social está instalado que solo puede ser metafórica.
El chamanismo más compasivo incursiona desde hace tiempo en otras realidades y conversa con toda la vida, para aprender y armonizar. El chamanismo es la madre de toda la espiritualidad que todavía se respira en el planeta y de la que alguna vez hayamos tenido noticia. De allí que los primeros antropólogos, etnocentristas, consideraran animistas a los antiguos pueblos. Antropólogos de corrientes posteriores que instrumentaron la observación participante se encontraron con algo muy distinto. de lo que dan testimonio y que significó para ellos una especie de iniciación.
En algunas tradiciones el acceso a los sueños fue tratado como acceso al doble o dobles, pero todas incursionaron en la realidad ampliada o lo que los celtas llamaron Otro Mundo y que incluía el trabajo en estados oniroides para hallar respuestas a problemas o afectar la realidad.
La inspiración por sueños es algo bastante común. Se dice que a Einstein le vino la idea de la relatividad cuando soñaba con vacas electrocutadas. ¿Será cierto? Dmitri Mendeléyev dijo “en un sueño, vi una tabla con todos los elementos ordenados”. Niels Bohr soñó la estructura del átomo. Elias Howe se vio atacado por una tribu con lanzas en su sueño y como estas tenían ojos se inspiró en ellas para diseñar las agujas de las máquinas de coser. El químico August Kekulé von Stradonis soñó que estaba rodeado por serpientes que formaban un hexágono y esto le ayudó a describir la estructura del benceno por su hipótesis sobre los enlaces entre átomos de carbono. Kekulé también habría dicho “Señores, aprendamos a soñar… pero abstengámonos de hacer públicos nuestros sueños antes de someterlos a prueba con nuestra conciencia bien despierta”. [1]
Hemos aprendido algo sobre las fases y ciclos del sueño, también que en la transición entre vigilia y sueño se ubica lo que se llaman imágenes hipnagógicas. Esto se relaciona con el tipo de ondas cerebrales con las que trabaja nuestro cerebro en cada fase, y por “nuestro” me refiero al mismo desde el primer ser humano hasta el último. Forma parte de nuestra genética.
En la web del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusettes) encontramos proyectos sobre tecnología del sueño tales como Essence, Cocoon, Masca, Fluid BCI, Electronight y otros aquí: https://engineeringdreams.net y https://www.media.mit.edu/projects/theme-engineering-dreams/overview/
Veamos a Dormio: https://www.media.mit.edu/projects/sleep-creativity/overview/
En castellano en https://proyectoidis.org/dormio/ de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA.
La web nos recuerda que Dalí, Poe, Edison y Tesla recurrían a la técnica de dormir sosteniendo una bola de acero que al despertarlos con su caída los ayudaba a acceder a su creatividad. Esta era una práctica relativamente difundida en el mundo victoriano para que el espabilado tuviera un instante de conciencia lúcida sobre el sueño que comenzaba a desarrollarse y así pescar una idea o solución referida al asunto sobre el que cavilaba. Como traerse un pedacito de otra realidad. Ahora podríamos imaginarlos con una muñequera conectada a su celular.
Dormio recicla la idea ancestral de ampliar el campo de conciencia para trabajar con la creatividad e intuición. Apunta a que el usuario del dispositivo pueda utilizar sus microsueños semi-lúcidos ayudando a dirigirlos, estimulándolos con palabras claves, y proporcionando asistencia con un robot social de nombre Jibo (aunque actualmente se lo reemplazó por el celular del usuario y se prescinde del EEG) que grabará lo expresado por el soñante antes de que olvide lo sucedido. El proceso impide el sueño profundo y se regula leyendo al usuario en su flexión muscular, actividad electrodérmica y ritmo cardíaco para disparar una señal de audio a un volumen tal que cuando esté por dormirse lo ayude a prolongar su fase de semi-lucidez. Un sonido que ni despierta ni permite dormir por completo. El objetivo es mantener una serie de microsueños permaneciendo en el umbral entre inconsciencia y vigilia por más tiempo [véase también http://www.adamjhh.com/dormio]
Sus creadores afirman que “el sueño es un estado mental subutilizado” y que si pudiéramos controlarlo podríamos aprovecharlo. Lo interesante es la concepción de “trabajo” cuando dicen que “actualmente, es imposible obligarnos a ser creativos” porque no hay control ejecutivo ni atención dirigida. Aspectos en los que el dispositivo ayudaría.
Sabemos que existen muchas vías de acceso a la intuición pero obligarnos a ella suena raro. O tal vez el haberme representado un ogro con un gran garrote que le dice a otro “vení que voy a enseñarte a ser creativo” es lo que limita mi imaginación. De todas maneras no se obliga a las ondas theta a aparecer, se crean las condiciones para que ellas surjan. Compelernos a ser creativos es un imperativo moderno ¿que dirige hacia qué? La aspiración al control obstaculiza comprender que a la intuición hay que abrirse.
Tradicionalmente el trabajo con sueños refiere a un trabajo interior para ampliar la conciencia y sanar. Equilibrar el cuerpo, las relaciones, la comunidad, el ecosistema, el espíritu.
Con esta interfaz llamada Dormio no hablaremos con las plantas, animales, paisajes, elementos, direcciones, ni aprenderemos de ellos, salvo que lo hagamos en sueños. Tal vez sea uno de los métodos que ayuden para acceder a la conciencia del Observador, así lo creen sus creadores. Sostienen también que en hipnagogia hay un “yo” con el que no se está familiarizado y creen entonces que el dispositivo facilita el autoexamen. Sin embargo el Observador es quien observa, es el testigo, no examina, ni actúa; supongo que se refieren al Observador que observa al yo desconocido. Parece un poco enredado.
Pero la buena noticia es que ya no se discute la existencia de sueños lúcidos ni de onironautas, pueden verse referencias a investigaciones científicas sobre la temática en las páginas de Dormio. Aunque aún se esté arañando la superficie de temas poco claros, al menos se empieza a tomarlos en serio y los sueños lúcicos ya no son un cuento chino.
Igual, recordemos, a la intuición también puede accederse sin gadgets y con los ojos bien abiertos.
Marisa
[1] Citado en: Carrillo Trueba, César. 1993. La inspiración onírica. Revista Ciencias de la Universidad Autónoma de México, núm. 30, abril-junio, pp. 36-41. [En línea en: https://www.revistaciencias.unam.mx/pt/180-revistas/revista-ciencias-30/1674-la-inspiraci%C3%B3n-on%C3%ADrica.html]
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