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El arquetipo de lo sagrado en árboles y bosques

Actualizado: 26 ago 2019






Al levantarme me recibió un colibrí, nunca antes había visto uno tan pequeño. Un árbol lo aloja bajo mi ventana. Llegan luego un benteveo, mirlos y otros que se escondían más adentro del follaje. Este árbol trae varios regalos al espíritu. Apreciándolo dejo vagar mi mente.


El arquetipo del árbol está en el inconsciente colectivo.

Los bosques eran los antiguos templos. Templos desde la prehistoria.


El árbol es también el Axis Mundi o “eje del mundo” presente en diversas culturas.


El arquetipo del árbol simboliza las relaciones entre las regiones cósmicas. Las raíces se relacionan con el "mundo de abajo" (inframundo, antepasados, animales de poder, plantas sagradas, la esencia de todo lo que existe en la Tierra), el tronco con el "mundo del medio" (la realidad cotidiana y compartida con semejantes), sus ramas superiores con el "mundo de arriba" (de guías, mensajeros, colaboradores, maestros, divinidad). El chamanismo conecta con esos mundos, viaja hacia ellos en búsqueda de sanación o consejo. La imagen del árbol brinda equilibrio e integra esos 3 mundos, en donde ninguno de los 3 está por encima de los otros.


Los árboles también simbolizan la resurrección, la regeneración y fuente de la inmortalidad. En tanto que sagrados, enlazan la vida con lo divino.


Mircea Eliade sostiene que la iconografía y el sentido arcaico del árbol refieren a la fuente inagotable de la fertilidad cósmica.


Carl G. Jung dice que los significados del árbol son el crecimiento, la vida, el despliegue físico y espiritual, el desarrollo, la firmeza de lo clavado en el suelo y el aspecto maternal de protección, permanencia, sostén, sombra reparadora, frutos, también significados de personalidad, vejez, muerte y renacimiento.


Recordemos a Yggdrayl (o Igdrasil), el fresno perenne de la mitología nórdica que ilustraba la conexión entre los mundos, o al Árbol de la Vida, el Árbol del Conocimiento, el Árbol Sefirot, el Árbol Cósmico del Bhagavad Gita, y también el árbol Bodhi debajo del cual Siddharta Gautama se sentó a meditar y alcanzó la iluminación pues su sacralidad lo convirtió en sitio de peregrinación. Podemos pensar en los baobabs sagrados o árboles mágicos. Y claro en las Secuoyas Gigantes. Podemos recordar la noción de “bosque sagrado”, abundantes en la prehistoria europea aunque se hallan en diversas regiones como India, África, Japón… Y los bosques mágicos considerados auténticos portales a otros mundos, al reino dévico y elemental.


Es amplio el abanico de aquello a lo que los árboles nos pueden conectar.

En el arte rupestre las sociedades neolíticas retrataron este vínculo con el árbol dibujando personas con forma de árbol, algo así como “personas-árbol”. También podrían graficar la descendencia de los más antiguos habitantes del lugar.


Los árboles proporcionaban de modo muy cercano: medicina, refugio, inspiración, madera para el fuego, para las casas, utensilios, herramientas, y muchas cosas que hoy no imaginamos por estar más ligados al supermercado que al bosque. Estamos distanciados de todo ello y no lo apreciamos integralmente.


El árbol para la sociedad druídica era el portador de una antigua sabiduría con la que se podía sintonizar. Para el druidismo cada árbol contaba con su propia energía y protección.


Los psicólogos seguimos utilizando el test del árbol o los 3 árboles para ver entre otras cosas la autopercepción de los evaluados, el árbol representa al sí mismo menos consciente.


A un nivel muy concreto el árbol conecta con la naturaleza y sus ritmos. Basta que observemos los cambios anuales de un árbol para establecer su relación con los ciclos de la Tierra. El reino vegetal tiene una inteligencia que equilibra y sana.


Para informarte sobre la inteligencia de las plantas te recomiendo veas las investigaciones y charlas de Stefano Mancuso de la Universidad de Florencia [1] Las plantas no solo se alertan, unifican su actuar ante predadores, tienen memoria, comparten su alimento con las que menos luz reciben y poseen una sensibilidad excepcional en sus raíces que Mancuso compara con el cerebro. Todo eso es la “inteligencia” del reino vegetal.


Crónicas sobre el norte de América señalan la exuberancia de la vida y el tamaño de los árboles diciendo que se podía caminar kilómetros bajo ellos sin ver jamás la luz del sol en forma directa. Tan grande era la cúpula, el follaje. Debía inspirar sentimientos muy hondos.


Para los indios de las praderas americanas los árboles son la “gente antigua”. Estuvieron en la tierra antes que el hombre. Benefician con su medicina y por eso eran los curanderos vegetales. Se conectaban con la tierra y con el cielo. Eran parientes lejanos junto con las aves y el oso por andar erguidos.


Ahora se empieza a hablar del beneficio de los árboles [2] haciendo un cálculo monetario respecto a su “ayuda ecológica”. Ellos son la ecología misma así que el concepto me parece extraño, útil para desdibujar la causa del desequilibrio.


Prefiero el concepto de “invaluable” porque infunde la idea de cuidado y valoración, de humildad y reverencia ante algo que no podríamos comprar ni con todo el dinero del mundo una vez destruido.


Según el periodista Richard Louv para un desarrollo infantil saludable hay que estar expuestos directamente a la naturaleza. Sostiene que su falta está enfermando a los niños pues se trataría de desordenes “por déficit de naturaleza”. Problemas físicos y emocionales se derivan del escaso contacto con la naturaleza; de allí que su propuesta es recuperar espacios al aire libre y hacer escuelas ricas en naturaleza. En definitiva el estar en contacto con la luz, el viento, poder treparse a los árboles, bañarse en el río, observar a los animales, y otras actividades hoy no tan frecuentes permiten recuperar la capacidad de asombro, desarrollar confianza, inspiración, creatividad, introspección, reflexión, cooperación e interés por los demás. Un par de virtudes verdad?


José Antonio Corraliza Rodríguez, de la Universidad Autónoma de Madrid, sostiene que el trastorno por déficit de naturaleza (TDN) tiene su origen en la patológica relación con el entorno en que vivimos. Nuestro sistema nervioso no está adaptado a las ciudades. Las consecuencias serían falta de concentración, ansiedad, estrés, irritabilidad, obesidad, asma, falta de vitamina D, hiperactividad, merma en la vitalidad y en la conciencia sensorial entre otras.


Las antiguas caminatas por el campo parecen una recomendación médica olvidada.

Subsiste una práctica japonesa para reducir el estrés llamada “Terapia o Baño de Bosque” (Shinrin-Yoku). Se trata de medicina tradicional. Es respirar la medicina de los árboles y tal vez despertar reverencia ante la vida. Afirman que reduce un 12% el cortisol, también disminuye la actividad del nervio simpático y la presión sanguínea, debido a los compuestos volátiles que se respiran de las plantas. Estos compuestos volátiles son los que conocemos como aceites esenciales.


Otra práctica sanadora ligada a los árboles la hallamos en el Qi Gong. El Qi Gong es un ancestral arte interna china para curar el espíritu y el cuerpo, equilibrándolo nuevamente.


El estilo Zhan Zhuang es un estilo de Qi Gong estático, un Qi Gong aeróbico, que se realiza en posturas estáticas combinando un entrenamiento mental y muscular. Una de sus posturas se llama “abrazar el árbol” pues es la postura que se adoptaría para intentar abrazar un árbol grande. Para el principiante es una postura agotadora pero para el practicante habitual será un modo de trabajar en su interior. Se comienza sosteniendo la postura un minuto y se avanza a diario hasta llegar a sostenerla un mínimo de 20 minutos. Se dice que es una postura profundamente sanadora.


Por otro lado en la primer serie de Zhineng, cuanto mejor nos visualicemos como un árbol, más nos sintamos como un árbol, más sintamos la conexión del árbol que somos con todo lo que existe, más sanadora será la práctica, más efectos benéficos podremos ver incluso en las analíticas médicas. El modo en que Zhineng nos hace abrirnos a nuestro interior nos asienta en esta comunión con todo lo que es.


De modo que árboles y bosques son la vida misma expresándose. Contribuyeron a la vida animal que vino después de ellos, y a la vida humana arribada al planeta en el último segundo del calendario cósmico popularizado por el astrofísico Carl Sagan donde toda la historia de la humanidad ocupa solo los últimos 21 segundos [3]. Los árboles y bosques están trenzados al tejido de la vida, su sacralidad se experimentaba en forma directa, se ritualizaba, se conmemoraba, pero jamás se enredaba en el “ser o no ser” de la duda neurótica de Hamlet.


Este arquetipo del árbol transmite mucho del universo simbólico que se reactualiza en distintas culturas sin ser un debate mental ni una moda. Portamos el arquetipo y somos capaces de comprender su mensaje pues forma parte de nuestro inconsciente desde hace milenios.

Subsisten métodos de sanación sustentados en el poder regenerativo y reequilibrador del reino vegental (fitoterapia y terapia con aceites esenciales por ejemplo) y la sacralidad del árbol que aun se practican por ser efectivos (aquí hemos mencionado al Qi Gong, terapéutica de la medicina tracidional china).


En lo personal me alegra mirarlos y el que está bajo mi ventana me hizo recorrer con su presencia estos recovecos del espíritu humano.


Lo efectivo es lo verdadero, lo demás son pobres disputas ideológicas.

Que tengas un hermoso día conectado a la naturaleza y veas qué es lo efectivo para ti en la tarea de entrelazarte con el objetivo creador de la vida.


Marisa



 

NOTAS


Esta charla de Stefano Mancuso puede resultarte reveladora http://bit.ly/2SaqQtg



[3] En su Calendario Cósmico el Big Bang se sitúa al comienzo del 1 de enero y el momento actual en los últimos instantes de la noche del 31 de diciembre. Por ejemplo: el 1 de mayo se forma la Vía Láctea, el 9 de septiembre el Sistema Solar, el 14 de septiembre la Tierra y el 25 sus rocas más antiguas, 2 de octubre aparece vida en la Tierra, el 19 de diciembre surgen peces y vertebrados, el 20 de diciembre las plantas comienzan a vivir sobre la Tierra, los árboles y reptiles surgen el 23 de diciembre, los mamíferos llegan el 26, el 29 los primeros primates. Hacia las 22,30hs de la noche de último día del año aparecen los primeros seres humanos, que hacia las 23hs usaban la piedra, que a las 23,46hs domesticaron el fuego. A las 23:59:20 (horas-minutos-segundos) surgía la agricultura.


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