Es esperable que el proceso del duelo sobrevenga tras cada pérdida de importancia en la vida de una persona. Sin embargo, en ocasiones el duelo no se inicia o se interrumpe, con consecuencias subjetivas de diversa gravedad.
A continuación nos referiremos a la muerte, pero debe recordarse que no solo ante ella se inicia el proceso del duelo. Cito a Freud en "Duelo y Melancolía": "El duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc."
Las pérdidas de mayor importancia y donde el duelo es más trabajoso son aquellas vinculadas con la experiencia de la muerte.
Los duelos siempre estarán vinculados al amor, incluso si no se duela a una persona (pérdida de algún objeto amado como señala Freud en la cita). Culturalmente se agrega el rechazo a integrar a la muerte en la trama de la vida.
Para elaborar el duelo se pasa por distintas fases que pueden superponerse, alternarse y variar en duración. También es variable el tiempo que insume la totalidad del trabajo del duelo en la vida de cada persona.
Se considera duelo normal aquel que se resuelve en un máximo de 2 años. Si excede ese plazo se considera duelo patológico y se necesita ayuda profesional.
Si hay adormecimiento emocional debe ser sacudido el aparato sensorial para que las emociones vuelvan a circular.
Durante el duelo, duele cada desgarro del apego hacia aquel que ya no está. Freud dice que “el mundo se ha hecho pobre y vacío”, que el trabajo del duelo es verificar que ya no existe el objeto amado y quitar de él la libido.
La fase final del duelo va hacia su culminación, donde las personas reinician sus proyectos o su disfrute de la vida.
Los duelos nos permiten redescubrir lo que es valioso aquí y ahora cada día.
Lic. Marisa Rau
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