Su raíz es el indoeuropeo “fides”.
Fe, buena fe, fidedigno, promesa, palabra dada, crédito, fidelidad, fehaciente, perfidia, infiel, tienen ese fundamento.
Si no confiamos en que mañana saldrá el sol, no hay descanso. Si no confiamos en quién está a nuestro lado, no hay amistad.
Nada bueno nace de la desconfianza. Quién daría un paso basada en ella? La fuera invisible que mueve al mundo es la confianza… o dicho de otro modo: creer.
Quien incumple un acuerdo nos hace sufrir porque atenta contra lo más básico de la vida, también vulnera el cuerpo social y a sí mismo sin siquiera darse cuenta. Qué decimos?: “no lo puedo creer” (A veces no lo creemos para que no nos duela).
Al final todos somos uno y lo que hacemos a otros nos lo hacemos a nosotros mismos cada vez que no honramos nuestra palabra. Todos somos parte del tejido social incluso si lo horadamos.
Al decir con liviandad el diciente va socavando su propio poder, su propio sentido de merecimiento, su conexión con la vida y lo valioso. No conozco una sola persona que engañe a su propio inconsciente, que es quién firma el balance.
De estos asuntos también se trata el vivir en acuerdo con uno mismo, ampliar el campo de conciencia, respetar lo sagrado que anida en nuestro interior.
Podemos ser funcionales (el amar y trabajar del que hablaba Freud) o podemos ir más lejos y querernos a nosotros también.
Lic. Marisa Rau
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