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CENTRARSE EN EL PRESENTE VOLVIENDO AL CUERPO



Las personas tienden a vivir parte de sus vidas en el futuro o en el pasado, a eso se le llamó neurosis. Hacia el futuro, preocupaciones y hacia el pasado, peso que se carga. El resultado es agitación, estrés, contradicciones, incoherencias, síntomas, malestar.


¿Y si respiramos y empezamos por registrar dónde estamos y cómo estamos?

Cuando nos situamos en nuestro presente tomamos mejores decisiones y disfrutamos más de la vida. Cuando estamos presentes en nuestro presente podemos alinear nuestra intención con nuestra razón, nuestro sentir con nuestro pensar, nuestro bienestar con nuestro actuar. El presente es el único sitio en el que de verdad podemos estar.


A veces es tan difícil soltar el acelerador… pero el cuerpo nos ancla al presente. Para volver a nuestro presente basta que volvamos a nuestro cuerpo.


Prácticas que podemos implementar:


  • Hacernos conscientes de nuestra respiración o nuestro ritmo cardíaco. Sostener allí nuestra atención nos aterriza de inmediato. Los principiantes tardarán unos minutos más en conseguirlo.

  • Hacernos conscientes de nuestro cuerpo como un todo y conscientes también de cada una de sus partes. El objetivo es ampliar el espectro de nuestra atención volviéndola con frecuencia, una y otra vez, al cuerpo. Esto nos permite chequear qué está ocurriendo en él y qué mensajes nos envía. La práctica hará que esta verificación sea instantánea y nos hagamos conscientes de nuestras emociones.


Lo que sigue a continuación se comprende fácilmente si estas prácticas se nos hacen hábito, si desarrollamos la experiencia de estar presentes.


Cualquiera de estos ejercicios nos ayuda a ser habitantes del ahora. El tiempo es una coordenada más. No estamos ubicados si no sabemos cuándo y dónde estamos parados. Dónde y cuándo (reales, simbólicos, imaginarios) se reflejarán en nuestro cuerpo. La pregunta de “hacia dónde vamos” es irrelevante si no nos preguntamos primero “dónde estamos”.


Podemos usar el cuerpo como una brújula sofisticada que nos ayude a ubicarnos frente a una marea de datos y opiniones divergentes, frente al empuje de la corriente que no nos hace feliz. En nuestro cuerpo se refleja nuestro bienestar global. Lo que ocurre en él no miente.


Registrar cómo sentimos el cuerpo es el paso necesario para poder identificar luego si hay allí un mensaje que estemos a la altura de poder escuchar. Usar el cuerpo como guía para la observación no significa someterse a lo observado. Significa observar para hacernos conscientes de nuestro presente y de cómo nos llevamos con él. A partir de allí somos libres de cambiarlo, amarlo, detestarlo. Siempre somos libres de elegir incluso lo que nos hace mal.


Si tomamos una decisión y nuestro cuerpo parece oponerse, deberíamos revisar nuestras contradicciones pues nos estaría indicando que tenemos puntos ciegos. Si al dar un paso nuestro cuerpo pierde su estado de relajación y se tensa, es que dejamos de considerar algún aspecto que debió haber sido parte del proceso de decisión pero fue apartado de la conciencia. Seguro nos hemos dejado algo afuera y eso es lo que nos está afectando. Ocurre que reprimir emociones está a la orden del día, hay personas que dejaron de sentir emociones y otras las sienten descentradas (le adjudican causas erróneas).


El cuerpo está programado para vivir en el presente. No dejará un parpadeo para mañana porque le quede más cómodo, ni lo hará antes de tiempo para acumularlo en el banco de ahorro de parpadeos. Funciona en el presente constante. Cuando le hacemos bloquearse y cuando le exigimos vivir en el pasado o en el futuro, nos ganamos algunos problemas (1)


Es útil observar “cómo nos sentimos con”… eso que estamos haciendo, eso que estamos por hacer, HOY, YA, AHORA.

El cuerpo se siente armónico se decidimos libremente, sin cercenar ningún aspecto de nosotros, sin esconder pensamientos ni sofocar sentimientos. Lo que sofocamos y cercenamos retorna a nuestras vidas como síntoma y malestar o como destino y accidente.



Marisa



 

Notas


(1) Si nos comanda el recuerdo de aquel tigre que nos persiguió lo estamos haciendo presente una y otra vez, ese pasado se presentifica. El problema es que nuestra biología no está preparada para huir de un tigre durante años sin pagar un costo por el sobresfuerzo. Cuando vivimos en estado de estrés es como si así sucediera. Igual ocurre con nuestra energía psíquica, hacerla pasar por laberintos mentales agota sin promover cambios.

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