Sentir nos hace más ricos como personas, más creativos, más compasivos, más auténticos y sobre todo más libres porque nos hace percibir más para elegir mejor.
Sentir nos lleva a reencontrarnos con nuestras capacidades y confiar en ellas. Nos muestra cómo y dónde estamos. Nos hace habitar nuestro cuerpo.
Más tarde o más temprano nos permite desarrollar nuestra intuición y ella siempre trabaja a nuestro favor.
Imagina cómo sería el mundo si se fundara en: SIENTO, LUEGO EXISTO. Distinto verdad?
Dejar ir nuestras cadenas mentales no es sencillo, hace tanto que las llevamos puestas que hasta deseamos las que relucen más.
A veces el sentir abruma. Calma, es solo la falta de entrenamiento para utilizar bien tanta información que la escuela no enseñó a manejar (ni a aceptar!).
La información expulsada de la conciencia no se borra. La magia de lo inconsciente es que “eso” sigue allí disfrazado de demonio ya que no se aceptó el disfraz de hada madrina.
Es fácil comenzar a sentir, basta dejar de descalificar-nos y observar con imparcialidad. Siempre hay más capas de información a descubrir.
Quién sabe qué tan rápido eso se vuelva tu bendición?
Marisa
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