Una oportunidad para cambiar nuestra mirada.
Los aceites esenciales son el producto obtenido a partir de los metabolitos secundarios de las plantas.
Los metabolitos secundarios son compuestos volátiles que intervienen en sus interacciones ecológicas ya que al evaporarse al contacto con el aire transmiten información al entorno.
Se sabe que las plantas los usan para autoequilibrarse y curarse, comunicarse entre ellas e interactuar con otros seres vivos (como repeler plagas con sus aromas, atraer insectos emulando sus feromonas para favorecer la polinización, o cambiar sus metabolitos para que su predador no pueda digerir sus hojas).
Stefano Mancuso, Doctor en Ciencias y Director del Laboratorio Internacional de Neurobiología de las Plantas de la Universidad de Florencia, nos explica que las plantas tienen mayor sensibilidad que los animales para detectar parámetros químicos y físicos, y que su tipo de inteligencia les lleva a remodelar su cuerpo de un modo que los animales no podemos hacer [1].
Sin embargo las subestimamos tanto que no deja de admiradme que en Buenos Aires el 85% de las personas a las que administré el Cuestionario Desiderativo (un test proyectivo verbal) olvidaron la existencia del reino vegetal.
Algunos aceites esenciales se obtienen de toda la planta y otros de la parte en donde más se concentran: flores, semillas, hojas, cáscaras de frutas, madera, exudados o raíces.
Según la Doctora en Química Orgánica e Instrumental Elena Stashenko, son muchos los factores que inciden en la composición de los aceites esenciales y en cuánto puede obtenerse: “la localización geo-climática, el tipo de suelo, el estado de desarrollo de la planta e inclusive la hora del día” [2]. También informa que “de planta a planta, el rendimiento de un aceite cambia mucho, puede variar desde un 0,01% en flores de jazmín y rosa hasta el 4-6% en semillas de cilantro, anís y coriandro. En promedio, las plantas aromáticas herbáceas poseen de 0,5 a 2% del aceite esencial”. Vemos entonces que para obtener 1 litro de aceite esencial de rosas se necesita una cantidad cercana a las 10 toneladas de producto sin procesar. Mientras que para obtener 1 litro de aceite esencial de anís bastarían entre 50 y 200 kg de semillas. Este 2% es el rendimiento promedio para los volátiles.
De allí que el precio de cada aceite esencial sea distinto. Si no están adulterados, son puros y están en buen estado, los aceites esenciales tampoco son baratos. Pero recordemos que no buscamos solo su fragancia para ambientar espacios sin dañarnos con los tóxicos de los productos para hornillos, sino que deseamos sus propiedades curativas.
Cada aceite esencial posee un mezcla de entre 50 y 300 compuestos químicos. Cada gota contiene un esplendente universo de información y la inteligencia de la planta concentrada en ella.
Los aceites esenciales son un maravilloso y mágico regalo de la naturaleza que debemos saber respetar y utilizar sin el parámetro consumista. Sí, ese que devora, termina, agota y desecha rápido.
El uso de aceites esenciales se acompaña de un cambio de conciencia pues ellos nos abren a una nueva perspectiva. Por eso digo que trabajan sobre lo físico pero también sobre lo no físico.
En muchos casos el choque cultural se puede graficar así:
Se quiere un preparado pero hay muchas dudas sobre el valor y el costo ya que lo habitual es pagar por un envoltorio bonito, una marca resonante y la idea de “pertenecer”. La falta de estos símbolos extraña a los más consumistas.
Le sigue alguna sorpresa sobre el buen resultado, casi como si nunca se lo hubiera creído posible. O la sorpresa de un resultado adicional.
El tercer desconcierto también es ilustrativo: “no se termina nunca”. Tenemos una adicción a los reemplazos vivenciados como renovación y en algún momento casi angustia cuánto dura ese bendito frasco. Si es una crema con fin cosmético suele pasar al revés: “ya se terminó”. Las instrucciones no se respetan pues los dedos tienen sus propios hábitos y buscan embadurnar.
Este es un modo simple y sintético de explicar el cambio de mirada que invitan a nuestras vidas.
Se salen de los parámetros que nos resultan conocidos y acaban derribando los límites en los que estábamos confinados.
Lic. Marisa Rau
[1] Ver http://www.linv.org/
Esta charla de Stefano Mancuso puede resultarte reveladora http://bit.ly/2SaqQtg
[2] STASHENKO, ELENA: Aceites Esenciales, Universidad Industrial de Santander- CENIVAM, Octubre 2009, ISBN 978-958-44-5944-2. Disponible en: http://cenivam.uis.edu.co/cenivam/documentos/libros/1.pdf [Última consulta 01-02-2019]
La Dra. Stashenko es Directora del CENIVAM, Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización en Especies Vegetales Aromáticas y Medicinas Tropicales de Colombia.
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