Me presenté y quedé viéndolo atentamente hasta que noté su fuerza, su caudal, sus corrientes, su seguridad, su presencia contundente y algunas de sus particularidades.
Aprecié la vida que se organizaba a su alrededor, los árboles, los animales, las personas. Ví el país vecino y pensé en el límite y lo compartido de la comunicación que brinda el río.
Reflexioné sobre cómo se destribuyen las tierras, de este lado una nación y de aquel otra. Sentí como las batallas habían dividido los territorios y los poderes sobre ellos. Cómo las personas han peleado por la tierra y su libertad, la posibilidad de hacer sus sueños realidad en ellas.
Y cómo es que peleándose por dividirse la Tierra ninguno la respeta actualmente.
¿Qué tipo de sueños viene teniendo la humanidad que no involucra el respeto por todo lo creado, por la vida que no somos capaces de entender ni acunar? ¿Qué tipo de libertad a medias se defiende para luego no ser libres de creencias que encarcelan el corazón, que limitan la creatividad y el entendimiento con el resto de la naturaleza de la que no solo formamos parte sino de la que también dependemos?
Como dijera un Jefe Indio americano: “solo después que el último árbol sea cortado, solo después que el último río haya sido envenenado, solo después que el último pez haya sido atrapado, solo entonces el hombre se dará cuenta que no puede comerse el dinero” (Jefe Noah Sealth, tribu Suwamish en su carta al Presidente de los Estados Unidos en 1855 cuando le ofertaron comprarle sus tierras. Hay mucho importante en esta carta, quizá lo retome en otra ocasión)
Si no aprendemos a valorar lo importante en nuestro interior es imposible que valoremos algo de lo que nos rodea por fuera.
Por lo pronto el río me conectó con algo más antiguo que los seres humanos.
Que tengas un valioso día.
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