En psicoanálisis no cura un tratamiento que se aplica y desde ya que no curamos los psicoanalistas.
No se pretende curar sino ESCUCHAR, pescar lo que hace sufrir y cuáles son sus orígenes.
El psicoanálisis nació ocupándose de todo lo que quedaba excluido del saber: ceguera sin causa física, parálisis sin razón, pérdidas de conciencia inexplicables, nerviosismo, agotamiento, miedos paralizantes, crisis de angustia, y lo que fracasaba en resolverse por otros métodos.
Aun nos ocupamos de lo atípico, lo refractario, lo desahuciado. Si se profundiza el trabajo los resultados siempre mejoran la vida de los analizantes. A veces deja boquiabiertos a los menos esperanzados.
Pero también el análisis propicia la evolución y el autoconocimiento, lleva a aceptar las propias sombras, y transformar los propios demonios y fantasmas en amistosos recursos.
Recuperar la libertad, ser el autor de tu propia historia, hablar con tu voz en lugar de la de tus ancestros o de alguien más, cambia tu destino y la forma de gozar de la vida.
Recuerda que con frecuencia asusta más el éxito que el sufrimiento o el fracaso.
Siempre puedes hacer un cambio y recuperar tus joyas caídas bajo la alfombra. Aún si tu jardín se ve florido, ¿quién rechazaría disfrutar de más flores?
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