Al principio de su enseñanza Lacan hablaba de la palabra plena y la palabra vacía. El asunto es importante porque una cura y la otra enferma.
La palabra vacía es la de la cháchara diaria. La misma que se vuelca en un análisis cuando se despliegan las resistencias, el bla bla, el intento por justificar hasta lo injustificable, venir a mostrar un ideal...
La palabra plena es eso fresco que surge en un análisis, ese pescar y pescarse en lo que se está diciendo, ese otro sentido nutrido desde "otra escena" sorprende y muestra lo que trastabilla. Permite notar la propia relación con los fenómenos y con nuestra palabra. La palabra plena propicia el "darse cuenta" en acto de lo se sale del corset del sentido común para abrevar en lo más profundo del ser.
Otra escucha es la que se desarrolla, se despierta, se entrena durante un análisis.
Marisa Rau
Psicoanalista
Consultas presenciales y a distancia
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