Una oportunidad de mirar en nuestro interior.
El Tarot no es un amo al que obedecer pero puede ser un colaborador que nos ayude a analizar situaciones para verlas con ojos límpidos, renovados, que pongan sobre el tapete lo relevante para nuestro corazón.
¿Con qué actitud conviene hacerlo?:
§ Con apertura e inocencia. Así nos ayudará a ver con claridad aquello que una parte de nuestra alma ya nos dijo pero con tanto ruido se nos hizo difícil escuchar.
§ Sin temor. No nos mostrará nada que no estemos preparados para tener en cuenta. La profundidad con la que nos interroguemos tendrá relación con la apertura y humildad con la que nos aproximemos a su mensaje, que es el mensaje de nuestro interior.
§ Con respeto. De nada sirve acercarnos con postura desafiante ya que él no tiene nada que probarnos, solo porta un regalo a quien es capaz de apreciarlo: nos permite aprender sobre nosotros mismos.
§ Sin prejuicios. No se trata de dejar en sus manos nuestro poder personal, tan solo es una oportunidad de revisar situaciones desde una óptica más amplia que integre nuestro aprendizaje de vida. No es rey ni súbdito, solo la voz de un observador imparcial que puede ayudarnos a reflexionar.
§ Teniendo en cuenta las dificultades de la herramienta. El intérprete es un medio para transmitir un mensaje y allí se juega la claridad con la que fue hecha la pregunta, el lenguaje simbólico con el que se transmite la respuesta y la ecuanimidad del que la escucha.
§ Sin forzar la interpretación. Hay que tener perspectiva y paciencia para integrar (comprender, recordar) su respuesta. Requiere atención justipreciar la naturaleza de la información recibida. No esperemos encontrar la confirmación de nuestras creencias, nuestros temores o lo que nos gustaría oír.
§ Valorando la temporalidad. Cuando se trata del pasado o del presente las interpretaciones parecen más claras que cuando se trata del futuro. Esto suele ser así porque nos hicimos una imagen del pasado y no tenemos una así de clara asignada al futuro. Para el futuro contamos con expectativas. La mayoría de las personas tienen la creencia de que el pasado no puede cambiarse y desean un futuro exitoso o al menos cómodo para trascenderlo. Para mayor confusión esto último se mide en términos de acumulación: "si tengo (...) soy feliz" y cuanto más tenga más feliz seré. Sin embargo a nuestra alma no le interesa eso pues no es relevante para nuestra evolución personal. El tiempo es el de la evolución, el que nos lleve aprender y un buen futuro no necesariamente es el que consideramos exitoso.
§ Sabiendo que el futuro se construye a cada instante. Cada decisión que tomamos cambia las posibilidades de que algo se manifieste o no en nuestras vidas. Todo tiene su tiempo, no se cosecha el día que la semilla despierta. Las personas pueden cambiar factores que están convocando a sus vidas. El tarot grafica el desenlace de una configuración dada si nada cambia, encuentra la semilla en tu interior y muestra cuales serán sus frutos. Su asistencia es la de permitirnos reflexionar para así poder modificar nuestra posición y lo que de nuestro futuro está en nuestras manos. Solo la fidelidad a un guion posibilita que una obra de teatro sea igual función tras función, tenga idéntico desenlace. La vida es para dejar de representar la obra que escribió otro y escribir nuestro propio guión cada vez. Ten siempre presente que eres libre de cambiar tu futuro, tu modo de ver la vida, sus desafíos, sus oportunidades de aprendizaje.
§ Si un desenlace depende también de los demás ¿para qué molestarme en reflexionar? Cada uno es responsable de su propio aprendizaje y esta tarea puede realizarse independientemente de las decisiones de otros. Al final de nuestra vida solo tendremos en nuestro haber tales aprendizajes y poco importará para el desarrollo de nuestra alma lo que pudieron o no haber avanzado otros en su propio camino. Los desafíos evolutivos son tan personales como intransferibles.
§ Si el pasado ya ocurrió ¿de qué sirve revisarlo? El pasado no son solamente hechos, también son lecturas de esos hechos. No somos víctimas o victimarios de esos sucesos, el problema es estar presos de ciertas interpretaciones. Cambiando nuestras decisiones cambiamos también nuestro pasado pues no está escrito en piedra, revisarlo es una oportunidad de cambiar la línea del tiempo.
§ ¿Entonces todo es relativo? Depende del concepto de relatividad. Desde la visión del espíritu está lo que ayuda a que éste florezca y se despliegue, y lo que colabora en que se constriña y sufra. No se trata de pensar sino de sentir. La libertad y el aprecio son cosas que se experimentan, se sienten más allá de ideologías. Estar sintonizados con nuestra alma es o no es, ocurre o no ocurre; no se trata de pensamientos o intelectualizaciones.
§ ¿Qué clase de preguntas puedo hacerme en un encuentro con las cartas del tarot? Las del tipo que desees. Sin embargo no todas te serán útiles. El operador de la herramienta puede ayudarte a centrarte para que las definas de un modo más conveniente a tu desarrollo personal. Hay preguntas que cierran el campo de posibilidades y hay preguntas que abren dicho campo. Te recomiendo las segundas.
§ ¿Cómo entender las respuestas? Algunas respuestas son fáciles de digerir y otras nos dejan pasmados. El campo espiritual puede responder de modo metafórico o literal, lo que dificulta que nos durmamos en la comodidad de lo conocido y tengamos que trabajar en nuestro interior. Con el tiempo la respuesta se hace comprensible si no lo fue de inmediato. Además, cuanto más cerrado se esté a una verdad del alma más críptica parecerá tal verdad pues se dice que no hay más ciego que el que no quiere ver.
§ ¿Cuántas preguntas puedo hacer en una sesión de trabajo? Eso depende del tipo de respuestas que busques. Te recomiendo no enfocarte en respuestas del tipo “si” o “no” sino en preguntas que abran el tema, que te den elementos para reflexionar sobre tu propia posición y sobre las diversas capas de sentido que pueden estar jugándose en una situación determinada. Puedes elegir muchas preguntas para ser tratadas de modo superficial o unas pocas en las que puedas ahondar para trabajarlas a conciencia; te desaconsejo las del primer tipo.
§ ¿Con qué frecuencia puedo trabajar con el tarot? Eso depende de lo que vayas a trabajar. Si recurres a él para hacer seguido la misma pregunta es factible que te brinde la misma respuesta, o ninguna (las cartas a veces no portan mensajes). Si ya has obtenido una respuesta no habrá cambiado nada si no ha pasado el tiempo (es decir el contexto) o si tú mismo no has elaborado en tu interior una posición diferente que la que tenías cuando preguntaste sobre el asunto la primera vez. En cambio, si consultas sobre un asunto diferente no hay ninguna restricción a hacer otra lectura a continuación o al día siguiente. La cosa es no ponerse obstinado con lo mismo, como quien espera oír lo que desea por mera insistencia.
§ Hay muchos mazos de cartas! Con cual trabajar? Vas a trabajar con el que use el operador, uno que el conozca y con el que se sienta a gusto. Si te da a elegir, confía en tu intuición sabiendo que nada ocurre por casualidad en nuestra vida, no necesitamos conocer las razones para que sea efectivo. Cada mazo tiene su lenguaje y sus acentos porque se trata de un libro en imágenes. Cada intérprete tiene su propio canto y poesía. De la combinación de ambos surge una impronta única.
§ ¿A que intérprete del tarot consultar? Pues como haces lo demás en la vida, seguramente será por resonancia aunque no sepas de qué se trata este concepto. En ocasiones tu intuición te lo dirá antes, otras veces te lo dirá después de la consulta. ¿Te ha resultado inspiradora la lectura o te ha servido para mirar en tu interior con honestidad? Esa puede ser una buena clave. Si lo te pronosticaron se cumplió no suele ser la mejor forma de elegir pero en definitiva depende de lo que busques. En mi opinión es más valiosa la lectura que te haya permitido ver las cosas desde una perspectiva más luminosa, una que te haya enriquecido, que haya propiciado que seas más consciente de tus acciones y tus expectativas pues esa es la que te habrá ayudado a crecer, a aprender, a transformarte y así a trasformar tu futuro.
Que disfutes una forma lúdica y descontracturada de trabajar sobre vos mismo!
Post Scriptum:
Hace años (cuando recién comenzaba a tratar de relacionar ciencia y espiritualidad) un hombre me pidió que lo evalúe con un test de manchas y le explique su perfil psicológico-laboral pues tenía mucha curiosidad de qué podía obtenerse con ello.
Participó activamente del proceso y luego de un buen rato de trabajo acordamos continuar otro día. Debía analizar los datos para interpretarlos y brindarle un informe verbal completo. En la siguiente ocasión le hice una devolución de una hora mientras él escuchaba en silencio.
No le conmovió, preocupó ni inquietó oír ninguno de sus puntos débiles ni las grandes puertas que éstos le cerraban a futuro si no los trabajaba en terapia.
En cambio mostró un gran asombro de que tanta información saliera de una toma del test de Zulliger [1].
Lo loco fue que agregó: "¡¡no puedo creer que me haya dicho lo mismo que mi astrólogo!!".
¿Yo? Me quedé pasmada. ¡No podía comprender que me asimilara a un astrólogo! ¿Tal vez era uno muy bueno o no me había escuchado bien?
Desde entonces caminé un largo trecho y hoy soy menos prejuiciosa: lo que sea que le sirva a una persona para trabajar de verdad en su interior es algo que respeto. La herramienta a utilizar es aquella que le permita a la persona abrirse, cuestionar la visión que tiene de la vida y le enferma.
Lic. Marisa Rau
NOTA:
[1] Hans Zulliger fue un pedagogo y psicoanalista que desarrolló su test para el Servicio Psicológico del Ejército Suizo, donde trabajó como oficial jefe. Se lo utilizó para discriminar entre aptos e inaptos para el servicio durante la Segunda Guerra Mundial. Fue probado en miles de civiles y militares de diversas nacionalidades incluyendo sujetos normales, neuróticos y psicóticos, y sus resultados fueron contrastados con los del Test de Rorschach, maestro y amigo de Zulliger. Desde entonces sigue siendo una de las pruebas más sólidas a las que recurrir en evaluación.
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