A veces me preguntan qué opino de ésta o aquella terapia. Creo en lo que funciona para cada uno y en ser criteriosos, en no cerrarnos por fe ciega, en seguir nuestro propio Camino, uno que cambia conforme se avanza.
Las "otras" terapéuticas (respecto de las hegemónicas) nos hacen notar que no hay un único modo de hacer las cosas, que está en nuestras manos elegir cómo queremos vivir, que el discurso único es una trampa que lleva a lo peor.
En algunos casos los enfoques pueden sumarse, complementándose. En otros hay que optar pues difieren en sus objetivos o más bien, difieren en la concepción del ser, la vida, la muerte, lo valioso...
Al fin de cuentas se trata de expectativas, de elecciones, de resonancias.
Preguntarnos cómo deseamos vivir nos permite tomar decisiones más acordes con nuestro interior y con el ejercicio de nuestra libertad. Una libertad que se rechaza cada vez que asusta.
Estamos tan acostumbrados a manipular la Naturaleza que solemos olvidar que no hay garantías de resultado. No importa cuán seguro parezca el Camino que elijamos ni el argumento de autoridad al que se apela (sea un autor o un paradigma). La Naturaleza tiene su propio modo de hacer las cosas, nada en ella es azaroso, cada organismo del sistema es importante y ninguno lo es más que otro. Igual en nuestro microcosmos, no somos órganos, somos más que la suma de nuestras partes, somos multidimensionales.
Existen distintos niveles de análisis para cada problema y distintas soluciones. Lo que nos permite reequilibrarnos sin embargo es único para cada uno de nosotros, podemos tener síntomas parecidos pero que brotan de causas distintas.
Cómo podría haber entonces una única terapéutica?
Para la urgente tenemos lo que funciona según las estadísticas (esas que siempre se confunden con lo científico) pero luego aún conviene abocarse a lo importante porque de todos modos volverá a aparecérsenos en el próximo recodo del Camino. No parece inteligente que lo importante nos encuentre en el mismo punto de desconcierto, buscando otra vez patear el problema para adelante. Lo interesante es ir cambiando de desafío y no estar en el bucle temporal al que llamamos repetición.
Según nuestra visión de la vida será nuestro encuentro con la muerte, esa que le da sentido en su finitud.
Muchos no acordarán con que estamos aquí para aprender pero podemos poner la cuestión en términos pragmáticos: aprender a sentirnos a gusto con nuestro Camino sabiendo que nuestro próximo paso podría ser el último.
Lic. Marisa Rau
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