Para cambiar el modo en que apreciamos el mundo debemos desmontar nuestras creencias, modificar nuestras interpretaciones, mirar y mirarnos distinto. Este proceso transforma nuestra realidad interior y en consecuencia, también nuestro mundo externo.
Para cambiar nuestra percepción debemos cambiarnos nosotros.
Para cambiarnos a nosotros mismos debemos cambiar nuestras creencias.
Para cambiar nuestras creencias debemos abandonar nuestros juicios.
Resulta simpático ver películas donde las personas escuchan afirmaciones positivas en el auto y tan pronto llegan a destino son las mismas de siempre. Las reprogramaciones no funcionan así, a base de afirmaciones positivas. Lo siento, si éste es tu método favorito no obtendrás grandes cambios únicamente con eso.
Para transformarnos primero hay que conocernos más y mejor.
Conocer nuestros demonios y nuestros ángeles. Ver lo que está a la luz de la consciencia e iluminar con atención lo que está en sombras, rechazado, inconsciente; paradójicamente encontraremos excelentes tesoros que no fueron valorados entre los contenidos inconscientes.
Conviene aceptar todo lo que somos si deseamos transformarnos.
Es muy difícil cambiar nuestra percepción si seguimos censurándonos. Una enorme fuerza defiende la frontera de lo conocido “resistiendo” que lo desconocido la traspase. Freud lo grafica con la frase “no vaya usted a creer que…” Notemos que este “usted” vive en nuestro interior.
Las personas que menos avanzan en su autoconocimiento son las que se horrorizan ante la posibilidad de descubrirse similares a aquellos a quienes juzgan. Piensan que serán juzgadas tan duramente como ellas juzgan. La sanación se escurre mientras se defienden los juicios.
Cambiar nuestra realidad implica cambiar nuestros pensamientos, nuestras creencias y nuestras actitudes.
¿CUÁL ES EL CAMINO?:
Volver a las sensaciones.
Las sensaciones vienen de datos (impresión o huella de las cosas) que recogemos con nuestros sentidos y transitan por la carretera del sistema nervioso. La percepción es el proceso posterior que implica organizar esos datos en un esquema interpretativo. De allí que la percepción se relacione con el aprendizaje. Aquello que no interpretamos no es percibido pero sin embargo está allí, disponible para nuestros sentidos. La percepción implica entonces sesgo y parcialidad ya que organizar un todo coherente requiere un recorte respecto de la totalidad. En tanto la percepción es una representación mental incluso puede estar completamente equivocada.
Volver a las sensaciones es volver al corazón como metáfora del sentir. Se podría decir también que es volver a la intuición, a lo natural en tanto que espontáneo, a lo que se experimenta de modo directo antes de fijarlo en una interpretación (personal, cultural, social, religiosa, familiar o de cualquier tipo).
Regresar al corazón nos lleva al cambio naturalmente, sin esfuerzo, ya que produce consecuencias instantáneas.
EL DESAFÍO SIMPLEMENTE ES:
Volver al corazón una y otra vez para que el cambio de perspectiva y de realidad sea duradero.
Albert Einstein dijo “la realidad es simplemente una ilusión, aunque una muy persistente”.
LA PREGUNTA QUE QUEDA FLOTANDO ES:
Si vivimos una ilusión, ¿por qué no elegir una bella en vez de una que nos enferme y limite?
Lic. Marisa Rau
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