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SENSIBLES Y SENSITIVOS

Elevado registro sensorial y habilidades de los estados de conciencia ampliada






Sensibles


La capacidad de sentir varía de persona a persona, incluso varía a lo largo de la vida.


Lo habitual es que vaya apagándose pues la cultura occidental nos dispone para la insensibilidad y nos deja sin preparación para la sensibilidad (¿observaste lo que pasa alrededor de alguien que se emociona o acaso llora?).


Solemos entrenar tan solo las habilidades del hemisferio cerebral izquierdo, las analíticas.

Sentir desorienta a muchos. Vivir anestesiado parece normal en estas épocas donde casi todo se puede tapar con medicación. En casos extremos las personas peregrinan de médico en médico para hallar respuesta a lo que sienten, un dolorcito aquí, un palpitar allá; encuentran la equivocada “usted no tiene nada” y una receta de ansiolíticos.


Quien siente, no solo siente emociones (ellas son reacciones a lo que se siente). Siente el cuerpo, siente el espíritu de una reunión, olfatea los problemas, siente la necesidad de su interlocutor, el paisaje sonoro, el doble mensaje en una conversación, la opresión, siente la profundidad de las miradas, la naturaleza y mucho más. Detecta muchas cosas y muchos planos de información.


Ser sensible es un modo de darse cuenta, de estar presente, de ser consciente de lo que otros ignoran. No es algo tan sencillo de manejar si se es minoría [1].

Ser sensible es lo normal, aunque en muchos esto se haya atrofiado.


Quien es poco sensible tiene cierta protección contra el dolor pero pierde en igual medida el goce de lo sutil, de lo pequeño, de los matices del disfrute. Puede ser extremadamente inteligente pero le faltará el cable a tierra del sentir, eso que no se extravía entre argumentos [2].


Si sos una persona sensible probablemente experimentes seguido algo de esto:


  • desilusión o anhelo de mayor autenticidad en las personas,

  • estrés ante el exceso de estímulos sociales durante tu tiempo libre o vacaciones,

  • necesidad de momentos de soledad para estar con vos mismo luego de períodos de intensa actividad,

  • perplejidad ante la incomprensión ajena,

  • dolor ante la falta de respeto a tu libertad,

  • autocrítica excesiva,

  • sensación de no encajar o no estar situado en el lugar indicado,

  • malestar con determinadas estéticas que hieren tus sentidos,

  • censura de otros por observar detalles o registrar información que para vos salta a la vista,

  • preocupación por las injusticias y abusos

  • añoranza de un entorno profesional cooperativo

  • deseo de vínculos laborales donde el trabajo en equipo sea la norma

  • satisfacción cuando se hacen las cosas a conciencia, lo mejor posible y no para zafar.

  • dificultad para dejar de dar una mano a cualquier amigo que te comente un problema

  • confusión ante quienes proceden con irresponsabilidad o no cumplen los compromisos asumidos


Es probable que más de una vez te hayan acusado de idealista, de sincero y hasta de tonto por no aprovecharte de otros.


¿Sabías que se comprobó que las personas sensibles tienen un sistema neurosensorial y perceptivo más desarrollado que se relaciona con un procesamiento más profundo y amplio de la información? [3]

Si te identificás con esas experiencias es probable que se te haya cruzado la idea de que tenés un problema doble: lo que te pasa y el hecho de que te pase.


Si te sentís o te hacen sentir que sos “raro” por ser consciente de muchas cosas que otros no advierten, tal vez te hayas preguntado que hay mal en vos.


Pues bien: no hay nada malo en vos.


No intentes bloquear tu sentir, eso no soluciona el problema y quizá lo empeore. Tampoco hará que cesen las críticas, con suerte lograrás ser una persona sensible a la que los insensibles consideren extremadamente insensible [¿qué paradójico no???] pues no sabrán diferenciar tus características de tu mecanismos de defensa. Vas a seguir percatándote de cada vez que a otro se le quiebre la voz por la angustia y si lo señalás te lo negarán pues ellos mismos no se habrán anoticiado. Que otros ignoren no significa que estés equivocado.


Lo mejor que podés hacer es aceptar tus capacidades, tus dones, tu visión, y amigarte plenamente con ello. Entrenar tus sentidos y respetar tu sentir. Respetarte.

De paso observa a tu alrededor, verás que hay más como vos aunque eso no signifique que vayan a hacerse amigos ni cambie el hecho de que son minoría.


Muchas personas sensibles resultan agobiadas por su sensibilidad pues como dije, no se prepara a los niños para manejar esta capacidad ni se las permite demasiado a los adultos desarrollarla (artistas exceptuados). La norma es reprimir la sensibilidad, achicar su espectro. De allí que quienes la poseen traten de manejarla recurriendo a pastillas, bebidas, vínculos y estrategias que disimulen el costado álgido de la cuestión.




Sensitivos


Muchas personas sensibles son también sensitivas.


Llamo aquí sensitivos a quienes tienen desarrollada cierta habilidad para mantener o acceder a lo que la antropología y la psicología transpersonal ha llamado “estados de conciencia ampliada” o “estados de conciencia no ordinaria” ya que no surgen de psicopatología alguna y pueden entrenarse.


Para que quede claro: no todo sensible es sensitivo. Quiero decir que no todo sensible tiene condiciones para convertirse en vidente, clariaudiente, telépata, hombre o mujer medicina, sanador, médium, psicopompo, etc.


Un “sensible” que además sea un “sensitivo” espontáneo en un ambiente cultural adverso a su potencial talento posiblemente se haya ganado una problema. Si no entiende qué le ocurre tal vez piense que es un desequilibrado emocional pues sumado a no comprender se sentirá muy afectado. Pueda que reciba tratamientos cual si estuviera enfermo o lo mediquen, quizá se automedique para tolerar la experiencia.


Y si su habilidad se abrió paso clara e inesperadamente es posible que la condene a la clandestinidad, la resista, se aterrorice, se abrume pues no la buscó ni sabe qué hacer con ella.


Lo común es que se tema, se niegue o no se soporte lo desconocido. Si fuera el caso, el sensitivo la estaría pasando mal en proporción a la magnitud de su incomprensión o de su aversión a su “sensitividad” (uso la palabra para indicar facultades no ordinarias). De allí que muchas adicciones no son tales sino intentos de controlar algo que resulta insoportable.


En mi experiencia


Tratar a personas con sufrimientos anímicos, trastornos corporales o a las que siempre “les pasa lo mismo” en su vida cotidiana, es algo que cada vez constituye un desafío. Los seres humanos somos complejos y desarrollamos además el “beneficio secundario de la enfermedad”; alguna utilidad se le termina encontrando al sufrimiento y eso hace de resistencia al bienestar.


Considero que la existencia de personas sensibles y sensitivas le agrega desafío a las terapéuticas independientemente de la experiencia de los profesionales con los estados no ordinarios de conciencia.


Trabajé con muchas personas sensibles que ignoraban que lo eran y pagaban con síntomas adicionales su malestar por tratar de abordar el tema racionalizándolo y sin abrirse a hablar de detalles que consideraban estúpidos. Algunos sufrían de los llamados “ataque de pánico”. Cuando las sutilezas de su sentir se les tornaron normales y seguras, pudieron dar el paso de animarse a registrar sus propios deseos y necesidades para decidir si querían darles un lugar en sus vidas. Al atreverse a respetar el registro sensorial del que disponían ganaron admitiendo en su conciencia más aspectos de ellos mismos y coherencia entre hacer-decir-sentir. Ganaron también mayor respeto por parte de las personas de su entorno.


Quienes naturalmente tienen integrada su sensibilidad junto a su racionalidad, florecen y progresan en su vida y en sus empleos más rápidamente por no perder energía en la disputa interna que acarrea desconocer o desautorizar ciertas características personales. Su economía psíquica es más fluida y sus resultados en el mundo exterior se dejan ver. Ello también es fácil de apreciar en sus producciones en sus evaluaciones con test.


También me encontré con sensitivos. Hubieron quienes se amigaron con sus “dones”, cambiaron sus creencias, sus prejuicios, su actitud, ganaron autoconfianza y bienestar. Otros sensitivos se sintieron aliviados de que los evaluara una profesional que no los considerara locos [trabajé con psicosis y la cosa es bien distinta], se abocara a lo que los inquietaba y no fabricara un problema donde no había ninguno.


Algunos más, tenían una relación ambigua con unas capacidades que ni sabían manejar ni hubieran deseado poseer, llevaban años de secretas luchas contra ellas. El horror era tan grande que no se atrevían a hacer nada distinto a lo que ya hacían desde hace años y que, más tarde o más temprano, les traería un problema adicional por no ser la opción más saludable. Ocurre que no es fácil cuestionase la concepción del mundo en que se fue educado. Recordemos que el conflicto interno o la desarmonía entre diversos aspectos personales es fuente de sufrimiento.


Lo que tienen en común ambos grupos de personas con las que trabajé, los que iluminaron lo que antes mantenían censurado y los que no se atrevieron a hacerlo, es que todos hacían a su manera del mundo un lugar mejor.


Sentir no produce indiferencia ni alimenta canalladas. [4]




Lic. Marisa Rau

 

NOTAS:


[1] Se estima que un 15% o 20% de la población posee tales características.


[2] Sentir entonces es poner atención en los datos primarios, habida cuenta de que primero está la sensación y es cuando se la interpreta que aquello se convierte en percepción.


[3] Investigadores consideran que una de las explicaciones posibles es que tales características están al servicio de la supervivencia de la especie, razón por la cual no todos los individuos necesitan ese grado de registro sensorial. Observaron cambios en las estructuras cerebrales de las personas sensibles y midieron cuales zonas mostraban mayor actividad.


Cf. Acevedo B., Aron E., Aron A., Sangster M., Collins N. y Brown L: The highly sensitive brain: an fMRI study of sensory processing sensitivity and response to others´emotions [El cerebro altamente sensible: un estudio de resonancia magnética funcional de la sensibilidad del procesamiento sensorial y la respuesta a las emociones de los demás] Brain and Behavior, Volumen 4, Año 4, pp i-iii, 453-597, https://doi.org/10.1002/brb3.242


[4] Justamente son los psicópatas quienes tienen disminuida la sensibilidad e incluso la controlan según varios estudios. Otras investigaciones revelan actividad disminuída donde los sensibles las tienen aumentadas, por ejemplo las neuronas espejos, la amígdala y el lóbulo frontal.


v.g: Palma, Ben-Hur y Horta Elizabeth: Aportes sobre el correlato neuroanatómico de la personalidad, Revista Chilena de Neuropsiquiatría 2016, 54 (3, Julio-Septiembre) p.215-227, ISSN 0334-7388 disponible en: https://scielo.conicyt.cl/pdf/rchnp/v54n3/art06.pdf y https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=331548410006 [última consulta: 22-12-2018]

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